sábado, agosto 17, 2013

EL "TATOO" NOCAIMERO

Una historia recomendada por Nayro Ramírez.

El tatuaje también existió en Nocaima. No fue precisamente como el de los tiempos de hoy, lleno de colorido y formas estilizadas que lo convierten en un arte y pasión de muchos. El nuestro fue sencillo y simple. Freddy Yecid Fonseca –Porrefósforo-, hijo de una docente nocaimera,  quien llegó en su época de pre-adolescente por allá en el 86, criado en Bogotá, conocedor de muchas costumbres citadinas, ideó la forma de introducir  a nuestras vidas el tatuaje.

Solo bastó una aguja envuelta en un hilo y tinta china. Los motivos para plasmar en la piel fueron de los más simples: anclas, corazones atravesados con flechas y cruces de diversas formas. A partir de estos sencillos elementos, con su disposición y talento, únicamente faltaba lo esencial: los voluntarios. Es posible que no tenga una cuenta exacta de quiénes fueron los clientes de mi estimado amigo, pero son muchos. Sé que hoy guardan en sus pieles esos bellos recuerdos, que con orgullo alguna vez exhibieron y broncearon con el delicioso sol nocaimero.

La técnica para tatuar consistía en romper el ojo de la aguja más o menos hasta la mitad, para que quedaran dos puntas, con eso la labor de pinchar era doble, y el trazo debía rendir más. Para que la tinta tuviese uniformidad, a la aguja se la envolvía en hilo, y era este el que absorbía la solución de color negro, y la conservaba, mientras nuestro artista del tatoo, iba puyando la piel, elaborando el dibujo que el cliente había estimado atractivo para su gusto.

Hoy, después de más de veinte años, algunos de aquellos tatuajes ya no conservan las proporciones ni formas de sus comienzos, porque en algunos casos no son sino simples manchas, o líneas deformes que se fueron modificando con el paso de la adolescencia a la adultez, pero que bastó para que en esos días, los tatuados eliminaran el estigma de que estas marcas fueran sólo del interés de los convictos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los mios siguen intactos. Excelente técnica

Jonny Jiménez Bohórquez dijo...

Jejeje. La mejor, sin dolor!