Durante la década de los ochentas, una violencia interna se generó en Nocaima, que curiosamente no fue causada por los partidos políticos, ni por las fuerzas oscuras de la izquierda y la derecha, simplemente se trató de una serie de venganzas entre familias, que por algún motivo cazaron una sangrienta contienda. La única funeraria del pueblo mantuvo durante esa época ocupada la sala de velación la mayoría de fines de semana. Eran tantas las muertes violentas, que incluso el pueblo llegó a estar considerado como zona roja, estigma que afectó durante muchos años el interés turístico del municipio.
Pasaron casi diez años para que se realizaran de nuevo unas Ferias y Fiestas (octubre de 1982 - noviembre de 1991). Y para que esto sucediera, una transformación cultural comenzó a generar un cambio en el comportamiento de los habitantes del sector. En aquellos años de violencia, en algún instante una riña se podía desatar en cualquiera de los establecimientos de venta de licor. El saldo casi siempre trágico desgraciadamente, resultaba con un herido de gravedad o un muerto. Hubo ocasiones que en este pueblo tan pequeño ocurrió más de un hecho de violencia en un día.
Los domingos particularmente en la tarde, antes de oscurecer, un "toque de queda" se generaba por parte de la mayoría de pobladores de manera voluntaria en los sectores de acceso a la zona urbana como la Bienvenida y El Retiro. Curiosamente entrada la noche, cuando los borrachos abandonaban las calles del pueblo, disparaban sus armas de fuego al aire como si se tratara de marcar territorio. Comparar aquella época con los western americanos, guardando las proporciones, no es una exageración. En las cantinas del momento, era necesario tener un cuarto especialmente dedicado a almacenar las armas de fuego, para evitar su pérdida o robo. Como los campesinos madrugaban a comprar el mercado, antes de iniciar esta labor, desayunaban con un aguardiente doble y limón, y seguido dejaban recomendados sus revólveres en establecimientos de confianza para evitar que la policía los decomisara.
Luego de que las diligencias previas a la semana de trabajo fueran realizadas, la mayoría de finqueros y obreros se dirigían hacia las tiendas o chicherías a beber alcohol, recuperar de nuevo el arma y ponérsela en el cinto, y otros cuya economía no les permitía la adquisición de una de estas, cargaban permanentemente un machete. Aunque los portadores trataban de ocultar el revólver, era evidente cuando alguien estaba armado, porque una particular protuberancia dentro de la camisa aparecía, dejando entrever la cacha del armamento. De ahí en adelante, cualquier cosa podría suceder, y lo único que se debía hacer era esperar algún desenlace trágico porque se había vuelto un estilo de vida para esos años.
En medio de este movimiento de violencia, un sector de Nocaima hacía resistencia para no dejarse influenciar por esta situación, el cual se trató de la población estudiantil. Siendo un pueblo reducido la zona urbana tenía la fortuna de poseer dos establecimientos de educación secundaria: la Normal Nacional y el Colegio Departamental Integrado, y cuatro de educación básica primaria: las escuelas María Goretti, Mariano Ospina Pérez, San Joaquín -departamentales- y la Anexa a la Normal Nacional -actualmente las escuelas urbanas se fusionaron, quedando sólo la María Goretti-. Y en el área rural, la mayoría de veredas (21) tenían una escuela, aunque no contaran con los 5 cursos de básica primaria . Nocaima tenía aproximadamente para esos días unos 6.500 habitantes, de los cuales 1.800 pertenecían al sector urbano.
Contrario a lo que sucedía en la mayoría del país, el acceso a la educación gratuita sí fue posible para los nocaimeros. Por eso deduzco que gracias a esa gran oportunidad, se logró una transformación en el comportamiento de sus habitantes. La academia gestó un logro en una crisis que marcó a más de una generación. Precisamente una actividad que fue apareciendo con los estudiantes, especialmente de la Normal, fue el teatro, y recuerdo muy bien una obra por allá en el 84: Toque de queda, de Luis Enrique Osorio. Un título que caía como anillo al dedo al modo de vida de esos años. Fue interpretado por los alumnos de los últimos grados, y fue presentada en el famoso salón parroquial, un pequeño teatro entablado contiguo a la escuela Anexa. Algunos de los actores que recuerdo entre otros fueron: Wilson Medina - hoy sacerdote- y Daniel Acuña -el querido Arreño-.
La pasión por este hermoso arte del teatro encantó a los estudiantes, que durante algunos años un grupo de la Normal Nacional participó en el Festival Departamental de Teatro en Quipile (Cundinamarca), y una de las obras que llegó a quedar como fuera de serie fue: Caronte Liberado de Manuel Zapata Olivella -curiosamente no sé por qué no se le otorgó el premio mayor a Nocaima - donde el protagonista principal fue interpretado por el estimado profesor de ciencias y matemáticas de la Normal, Guillermo Sabio Álvarez -q.e.p.d.-.
Debido al éxito obtenido en este Festival, se incrementaron los esfuerzos para continuar y mejorar el nivel, gracias a la labor desinteresada de los profesores Germán Lozano Chacón y Guillermo Sabio con alumnos de la Normal y Germán Pérez Racini con los del Colegio Departamental, el cual este último dedicó sus conocimientos a la realización de obras de tipo experimental, donde surgieron los grupos estudiantiles: Piedra y Carpa Mágica.
Carpa Mágica estaba integrado por niños de primaria y bachillerato, donde el profesor Pérez incentivó una gran pasión a estos muchachos con los cuales tuvo la fortuna de participar por Nocaima en direfentes festivales de teatro como invitados obteniendo un gran reconocimiento por la novedosa puesta en escena de sus obras.
Pero no sólo el teatro hacía parte de las aficiones, también lo fue la danza, donde se crearon grupos tanto en la Normal como en el Colegio Departamental. Estos fueron dirigidos por Hugo Barba, director de Telecom, y Disnarda Velásquez profesora de la escuela de Tobia Chica, respectivamente.
Durante la administración del abogado Elicio Espinosa, y por motivos de institucionalizar el día de la fundación de Nocaima, el 8 de junio, se realizó durante un fin de semana de esa fecha en el año 91 una jornada cultural durante tres días que concentró las actividades de: teatro, danzas, música, poesía, canto y otros. Seguramente que muchos no olvidarán al grupo musical Gualivá 2000 de Miguel Cifuentes y Jesús "Chucho" Pardo y a otro muy simpático, invitado especial de la Peña: El Último Recurso de Ómar Pérez Martínez -"Mataperros"-. Gracias a todos estos esfuerzos Nocaima fue sede de los Festivales Departamentales de Teatro en octubre del mismo año y de Danzas Folclóricas en mayo del siguiente.
Pero para concatenar esta última parte de la historia con la del comienzo, ocurrió un hecho que para mi modo de ver, marca un hito en la historia que el pueblo llevaba por esos días. Los eventos populares: Ferias y Fiestas, bazares, festivales de retorno, entre otros, estaban vetados en el municipio, por los problemas de seguridad que acarreaban. Desde 1982, fueron las últimas Ferias y Fiestas, y desde aquel momento no fue posible la ejecución de este tipo de actividades porque se consideraban de alto riesgo para la integridad de los habitantes.
Cuando se realizó el Segundo Festival Departamental de Teatro en octubre de 1991, algo particular ocurrió durante el cierre de jornada del día sábado. Para la realización de este hermoso evento, se alquiló un sonido de Villeta, compuesto por cuatro torres de parlantes, propiedad de un señor Zoilo Obando, cuya empresa se conocía como Zobando Publicidad. Antes de que se diera por terminada la presentación de las obras de ese día, el encargado del sonido, dejó transmitir por los altavoces la música bailable del momento: el merengue. Y como la mayoría de participantes de este festival eran estudiantes, de inmediato el polideportivo se llenó de parejas de baile, que de un momento a otro dio la sensación de estar en unas Ferias y Fiestas y no en un festival de teatro, con la diferencia que no se consumía licor porque estaba prohibido para las delegaciones, pero para los que no eran participantes del evento sí lo podían hacer, así que uno que otro traguito se coló por ahí.
Desafortunadamente esta dicha tan sólo duró una hora, porque apenas fueron las doce de la noche, se cerraron las actividades, los asistentes quedaron iniciados, pero como se trataba de un evento cultural, todos comprendieron que había sido suficiente, y que sencillamente este suceso logró generar algunos instantes de euforia y placer. Surgía una nueva generación que creció vinculada de varias maneras en el arte como una forma de liberar energía y obtener conocimiento, fortaleciendo una madurez que caracterizaría a una generación que participó y vivió esta historia.
Un mes después de este Festival se realizaron de nuevo las Ferias y Fiestas de Nocaima durante el 8 y 12 de Noviembre de 1991; recuerdo que regresaba de un viaje, precisamente, de otro acto cultural en Girardot (Cund.), realizado por el antiguo ITUC hoy Universidad de Cundinamarca, y quienes amablemente invitaron al grupo de teatro y danzas del Colegio Departamental; y apenas arribamos al pueblo, vimos como las calles y el parque estaba atiborrado de visitantes de los municipios aledaños, vestidos con ponchos y sombreros, acto que no se veía desde hacía muchísimo tiempo en la tierrita. Durante esos días hubo un montón de policías -unos 20 o más- que habían sido trasladados a la zona para estar atentos a cualquier brote de violencia que pudiera desestabilizar la tranquilidad y la seguridad de los invitados, pero con la fortuna que no ocurrió nada extraño, y el evento salió triunfante. Un nuevo comportamiento de respeto y tolerancia existía en Nocaima para estar a la altura de un municipio que se abría paso hacia uno de los más cultos de la región.
Los domingos particularmente en la tarde, antes de oscurecer, un "toque de queda" se generaba por parte de la mayoría de pobladores de manera voluntaria en los sectores de acceso a la zona urbana como la Bienvenida y El Retiro. Curiosamente entrada la noche, cuando los borrachos abandonaban las calles del pueblo, disparaban sus armas de fuego al aire como si se tratara de marcar territorio. Comparar aquella época con los western americanos, guardando las proporciones, no es una exageración. En las cantinas del momento, era necesario tener un cuarto especialmente dedicado a almacenar las armas de fuego, para evitar su pérdida o robo. Como los campesinos madrugaban a comprar el mercado, antes de iniciar esta labor, desayunaban con un aguardiente doble y limón, y seguido dejaban recomendados sus revólveres en establecimientos de confianza para evitar que la policía los decomisara.
Luego de que las diligencias previas a la semana de trabajo fueran realizadas, la mayoría de finqueros y obreros se dirigían hacia las tiendas o chicherías a beber alcohol, recuperar de nuevo el arma y ponérsela en el cinto, y otros cuya economía no les permitía la adquisición de una de estas, cargaban permanentemente un machete. Aunque los portadores trataban de ocultar el revólver, era evidente cuando alguien estaba armado, porque una particular protuberancia dentro de la camisa aparecía, dejando entrever la cacha del armamento. De ahí en adelante, cualquier cosa podría suceder, y lo único que se debía hacer era esperar algún desenlace trágico porque se había vuelto un estilo de vida para esos años.
En medio de este movimiento de violencia, un sector de Nocaima hacía resistencia para no dejarse influenciar por esta situación, el cual se trató de la población estudiantil. Siendo un pueblo reducido la zona urbana tenía la fortuna de poseer dos establecimientos de educación secundaria: la Normal Nacional y el Colegio Departamental Integrado, y cuatro de educación básica primaria: las escuelas María Goretti, Mariano Ospina Pérez, San Joaquín -departamentales- y la Anexa a la Normal Nacional -actualmente las escuelas urbanas se fusionaron, quedando sólo la María Goretti-. Y en el área rural, la mayoría de veredas (21) tenían una escuela, aunque no contaran con los 5 cursos de básica primaria . Nocaima tenía aproximadamente para esos días unos 6.500 habitantes, de los cuales 1.800 pertenecían al sector urbano.
Contrario a lo que sucedía en la mayoría del país, el acceso a la educación gratuita sí fue posible para los nocaimeros. Por eso deduzco que gracias a esa gran oportunidad, se logró una transformación en el comportamiento de sus habitantes. La academia gestó un logro en una crisis que marcó a más de una generación. Precisamente una actividad que fue apareciendo con los estudiantes, especialmente de la Normal, fue el teatro, y recuerdo muy bien una obra por allá en el 84: Toque de queda, de Luis Enrique Osorio. Un título que caía como anillo al dedo al modo de vida de esos años. Fue interpretado por los alumnos de los últimos grados, y fue presentada en el famoso salón parroquial, un pequeño teatro entablado contiguo a la escuela Anexa. Algunos de los actores que recuerdo entre otros fueron: Wilson Medina - hoy sacerdote- y Daniel Acuña -el querido Arreño-.
La pasión por este hermoso arte del teatro encantó a los estudiantes, que durante algunos años un grupo de la Normal Nacional participó en el Festival Departamental de Teatro en Quipile (Cundinamarca), y una de las obras que llegó a quedar como fuera de serie fue: Caronte Liberado de Manuel Zapata Olivella -curiosamente no sé por qué no se le otorgó el premio mayor a Nocaima - donde el protagonista principal fue interpretado por el estimado profesor de ciencias y matemáticas de la Normal, Guillermo Sabio Álvarez -q.e.p.d.-.
Debido al éxito obtenido en este Festival, se incrementaron los esfuerzos para continuar y mejorar el nivel, gracias a la labor desinteresada de los profesores Germán Lozano Chacón y Guillermo Sabio con alumnos de la Normal y Germán Pérez Racini con los del Colegio Departamental, el cual este último dedicó sus conocimientos a la realización de obras de tipo experimental, donde surgieron los grupos estudiantiles: Piedra y Carpa Mágica.
Carpa Mágica estaba integrado por niños de primaria y bachillerato, donde el profesor Pérez incentivó una gran pasión a estos muchachos con los cuales tuvo la fortuna de participar por Nocaima en direfentes festivales de teatro como invitados obteniendo un gran reconocimiento por la novedosa puesta en escena de sus obras.
Pero no sólo el teatro hacía parte de las aficiones, también lo fue la danza, donde se crearon grupos tanto en la Normal como en el Colegio Departamental. Estos fueron dirigidos por Hugo Barba, director de Telecom, y Disnarda Velásquez profesora de la escuela de Tobia Chica, respectivamente.
Durante la administración del abogado Elicio Espinosa, y por motivos de institucionalizar el día de la fundación de Nocaima, el 8 de junio, se realizó durante un fin de semana de esa fecha en el año 91 una jornada cultural durante tres días que concentró las actividades de: teatro, danzas, música, poesía, canto y otros. Seguramente que muchos no olvidarán al grupo musical Gualivá 2000 de Miguel Cifuentes y Jesús "Chucho" Pardo y a otro muy simpático, invitado especial de la Peña: El Último Recurso de Ómar Pérez Martínez -"Mataperros"-. Gracias a todos estos esfuerzos Nocaima fue sede de los Festivales Departamentales de Teatro en octubre del mismo año y de Danzas Folclóricas en mayo del siguiente.
Pero para concatenar esta última parte de la historia con la del comienzo, ocurrió un hecho que para mi modo de ver, marca un hito en la historia que el pueblo llevaba por esos días. Los eventos populares: Ferias y Fiestas, bazares, festivales de retorno, entre otros, estaban vetados en el municipio, por los problemas de seguridad que acarreaban. Desde 1982, fueron las últimas Ferias y Fiestas, y desde aquel momento no fue posible la ejecución de este tipo de actividades porque se consideraban de alto riesgo para la integridad de los habitantes.
Cuando se realizó el Segundo Festival Departamental de Teatro en octubre de 1991, algo particular ocurrió durante el cierre de jornada del día sábado. Para la realización de este hermoso evento, se alquiló un sonido de Villeta, compuesto por cuatro torres de parlantes, propiedad de un señor Zoilo Obando, cuya empresa se conocía como Zobando Publicidad. Antes de que se diera por terminada la presentación de las obras de ese día, el encargado del sonido, dejó transmitir por los altavoces la música bailable del momento: el merengue. Y como la mayoría de participantes de este festival eran estudiantes, de inmediato el polideportivo se llenó de parejas de baile, que de un momento a otro dio la sensación de estar en unas Ferias y Fiestas y no en un festival de teatro, con la diferencia que no se consumía licor porque estaba prohibido para las delegaciones, pero para los que no eran participantes del evento sí lo podían hacer, así que uno que otro traguito se coló por ahí.
Desafortunadamente esta dicha tan sólo duró una hora, porque apenas fueron las doce de la noche, se cerraron las actividades, los asistentes quedaron iniciados, pero como se trataba de un evento cultural, todos comprendieron que había sido suficiente, y que sencillamente este suceso logró generar algunos instantes de euforia y placer. Surgía una nueva generación que creció vinculada de varias maneras en el arte como una forma de liberar energía y obtener conocimiento, fortaleciendo una madurez que caracterizaría a una generación que participó y vivió esta historia.
Un mes después de este Festival se realizaron de nuevo las Ferias y Fiestas de Nocaima durante el 8 y 12 de Noviembre de 1991; recuerdo que regresaba de un viaje, precisamente, de otro acto cultural en Girardot (Cund.), realizado por el antiguo ITUC hoy Universidad de Cundinamarca, y quienes amablemente invitaron al grupo de teatro y danzas del Colegio Departamental; y apenas arribamos al pueblo, vimos como las calles y el parque estaba atiborrado de visitantes de los municipios aledaños, vestidos con ponchos y sombreros, acto que no se veía desde hacía muchísimo tiempo en la tierrita. Durante esos días hubo un montón de policías -unos 20 o más- que habían sido trasladados a la zona para estar atentos a cualquier brote de violencia que pudiera desestabilizar la tranquilidad y la seguridad de los invitados, pero con la fortuna que no ocurrió nada extraño, y el evento salió triunfante. Un nuevo comportamiento de respeto y tolerancia existía en Nocaima para estar a la altura de un municipio que se abría paso hacia uno de los más cultos de la región.
Luego del éxito de esas Ferias, de ahí en adelante, y durante algunos años, la mayoría de puentes festivos comenzaron a ser ocupados por eventos como: el Festival de la Cerveza, de La Chicha, del Retorno y por supuesto más Ferias y Fiestas, donde paulatinamente la fuerza pública fue disminuyendo hasta quedar sólo con los 4 ó 5 policías de planta para responder por los brotes de desorden público.
Hoy se puede decir que prácticamente desaparecieron las armas de los cintos y los cuartos de las cantinas que los guardaban en las horas de la mañana de sábados y domingos. Aunque las riñas de vez en cuando aparecen como en cualquier lugar de nuestra Colombia, en Nocaima, pasaron a ser esporádicas con unas cuantas trompadas, dejando claro que lo mejor es que no existan. El apoyo al arte es una gran política para generar una contraposición a la violencia, y Nocaima es testigo de eso. Y gracias a ello, han nacido profesionales en las áreas de: música, danzas, canto, plástica y teatro. Que dicha haber sido parte de este proceso.
Fuente: Archivo personal. Jornada Cultural Junio de 1991




4 comentarios:
Hola Compa. Muchas, muchas gracias por escribir nuestra historia, por acordarnos quienes somos y por dejarnos ver a través de los relatos a esas personas que de forma sencilla en su momento, han resultado cruciales para lo que somos ahora como pueblo. Hay que seguir. Un abrazo, lo quiero mucho. Henry Pico
Amigo Henryto, muchísimas gracias por el apoyo. Claro que sí, sigo con la idea, y hay mucho qué contar, usted lo sabe, siempre con el ánimo de generar sensaciones positivas, recreando lo que siempre nos encantó a nosotros: reírnos de sí mismos. Me alegro mucho de que haya leído el Blog, ése es el objetivo, porque sé que reconstruyendo la historia, podremos generar un mejor futuro. En Nocaima me hice, y a ella le pienso dar todo lo que esté a mi alcance. A propósito, me enteré que vuelve a la academia, lo felicito, y que sea un éxito este regreso, y me cuenta en qué se va a profundizar. Un abrazo, e igualmente lo quiero mucho. Un abrazo para usted, la mona y las niñas.
Que dicha haber sido parte de ese proceso.
Muchas gracias Jonny !
Un abrazo
Joanna L
Hola Joannita, muchas gracias, y por supuesto que fuiste importante en este proceso. Un abrazo
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