jueves, junio 21, 2012

LA CATEQUESIS


Antes de que la constitución del 91 diera rienda suelta a la libertad de cultos, la educación religiosa, ética y moral; fue de estricto cumplimiento en escuelas y colegios. En los ochenta en Nocaima existió un párroco muy particular, no solo porque contribuyó a la gesta de algunas obras como la remodelación de la iglesia y su atrio, la carretera a Paso El Rejo, entre otras; sino también por su carisma. Fue tal vez el último modelo de aquellos sacerdotes que se hacían sentir como directos embajadores del Vaticano. Su vestimenta para celebrar los actos religiosos y fuera de ellos, le hacía ver muy singular.  Incluso se hacía una semejanza directa con el curita de una novela clásica de los ochenta: El padre Pío Quinto de San Tropel. Realmente este personaje era casi una réplica exacta de nuestro párroco Besarión Rodríguez (q.e.p.d.).

Fue maestro de religión en la Normal Nacional, y sus clases tenían el rigor seguramente de la educación de años atrás. Los que tuvieron clase con él no olvidarán el famoso "tipo académico", una extraña posición del cuerpo rígida con las manos y brazos puestas en el pupitre, en donde, según él, era la manera más apropiada para mejorar la atención y comprensión del profesor. Sus calificativos hacia los alumnos más indisciplinados fueron algunas palabras como zoquete, guache, negro jetón, etcétera. El recital para aprenderse de memoria los libros del Antiguo Testamento: "Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, legales son. Josué con los Jueces y Ruth con los Reyes, y los Paralipómenos, qué procesión...", era realmente toda una proeza. 

Pero tal vez lo más destacado en la formación que el cura Besarión implantó, fue su Catequesis. Esta estaba dedicada especialmente a los niños, y su horario era el sábado a partir de las tres de la tarde en el templo. Los catequistas eran los jóvenes practicantes normalistas de la época. Siempre recuerdo que se nos había inculcado que el interior de la iglesia era un lugar sagrado en el cual no se debía hacer ruido y mucho menos correr. Pero curiosamente en la catequesis ocurría completamente lo contrario. Antes de iniciar las labores de evangelización, todos los niños gritaban y jugaban de un lado para el otro, pasando por encima de las bancas, haciendo una algarabía que se podía oír por todo el atrio. La verdad, era una sensación de alegría y menos de culpa. Y parece que al cura o a su sacristán, para nada, incomodaba.

Luego de que se daba inicio las clases, que generalmente eran de una hora, don Cenón -¿O Cenén?-, sacristán de la parroquia, pasaba por cada uno de los grupos que se formaban de acuerdo al grado de escolaridad de cada niño, y repartía unos dulces redondos multicolores a maestros y alumnos, y por lo general, muchos jovencitos le hacían trampa al sacristán intentando sacar más de un caramelo. Pero faltaba más, a cada niño se le entregaba una ficha en cartulina con el sello de la parroquia, con el objetivo de que al final del año, de acuerdo a la cantidad de cartoncitos, el padre Besarión disponía de regalos, generalmente ropa, para que fueran intercambiados por estos. El cierre de la catequesis la hacía directamente el párroco en el polideportivo. 

Era curioso ver al padre cambiarse sus tradicionales zapatos de cuero brillante por unos tenis, los cuales no le cuadraban con su impecable sotana beige. Era un buen recreador, y gracias a su séquito de acólitos, rápidamente organizaba cualquier tipo de juego para poner a competir todos los niños. El sacerdote era un experto para implantarle a cualquier persona un apodo simpático. A uno de mis mejores amigos de vez en cuando lo llamo por el sobrenombre con el que el padre le bautizó: "Toloncho" -Miguel Ángel Cifuentes-.

El párroco Besarión se fue a finales de los ochenta, y con él también la Catequesis. Seguramente muchas cosas más habría recibido Nocaima gracias a su labor social. Algunos sectores de Nocaima le criticaban un supuesto acercamiento al partido liberal, que por aquella época consideraban nocivo a las huestes godas del municipio. Desafortunadamente, hoy 35 años después, seguimos en las mismas.


Párroco Besarión Rodríguez (q.e.p.d.). Tomada de internet celebración 50 años Normal Nacional



2 comentarios:

Oskar Mondragon dijo...

Ha "tiempo lindo". Seguramente no quedaran por fuera las quijotezcas idas a peliquiar donde Pedro Piringo, o recordar a personajes como Pitoquito, Malacate, Muele Vaca, Supias, entre muchos mas... Ojala aportaramos a este Blogg con mas vida en Nocaima.

Anónimo dijo...

No sabia de la existencia de este sitio web.
Que bonito leer y conocer lo que ha sido la historia de Nocaima. Un pueblo emprendedor, de gente con valores, sentido de pertenencia y orgullo de su patria chica.
Felicitaciones Jonhy por este resumen tan completo y detallado de las historias y "pilatunas" de las que familiares y conocidos han hecho parte.
Seguramente las nuevas generaciones querrán saber como ha sido la historia y evolución de la cultura Nocaimera.
Gracias por nutrir de historia con este blog, un abrazo fraterno.
Att: Johan Mora Cardenas