Historias de la infancia donde Nocaima era un mundo aparte gracias a la inocencia y el distanciamiento de la metrópoli.
A mediados de los años ochentas, siendo estudiante de la
Normal Nacional, los viernes tenían algo de particular, no sólo porque se trataba
del final de la jornada semanal de clases, sino porque además ese día
salíamos cuarenta y cinco minutos más temprano, algo que era atribuido al
viaje de los profesores hacia sus hogares, que para la mayoría estaban fuera de Nocaima. Cierto o no, los viernes salíamos antes de lo normal y era el comienzo
del fin de semana el cual se tenía que disfrutar de la mejor manera.
Hacia las cuatro de la tarde uno podía ver a muchos
estudiantes salir a las calles en pantaloneta con las caras sonrientes,
buscando algún plan para el resto del día y la noche. Los más mayorcitos, como era obvio,
el billar era uno de los juegos más divertidos, y cazar un “chorizo”
al “pierde y paga” para meterle emoción a un chico era el mejor plan para éstos.
Otros, se dirigían a la cancha de basquetbol del parque a jugar con un balón de
microfútbol o baloncesto más conocido como "súperbola" -un término particularmente nocaimero-. Lo curioso del caso, es que si se trataba de jugar “micro”, este juego tenía algo de
particular, porque el objetivo no era hacerle un gol a un arco normal, sino de
pegarle a un poste, o por otro lado, a un
pequeño arco con un travesaño en la parte inferior, que impedía que el balón
entrara directo. Había que lanzar el balón en forma elevada y no rastrero, para que éste no rebotara en el tubo atravesado y el gol fuera válido o de lo contrario el balón seguía en juego. Esta portería hacía parte de la estructura del tablero de baloncesto, que a su vez también era la diversión de niños escaladores que se trepaban a alcanzar la cima, que para este caso era el aro de la cesta.
Si era basquetbol, el juego más practicado era la “treinta
y dos”, así de simple. El juego consistía en hacer dos equipos, los cuales no tenían límite de jugadores, incluso se podía jugar uno contra uno sin problema. Se realizaba sólo en una de las mitades de la cancha con su respectivo aro, y el objetivo era hacer treinta y dos puntos antes que el rival para ganar el partido. Cómo
sólo existía una cancha en el parque, entonces se compartía entre los jugadores
de microfútbol y baloncesto, no importaba si
en cada una de las cestas había gente jugando la treinta y dos, y si la visibilidad para
meter un gol no era la mejor, de alguna manera se evitaba darle un "taponazo" a alguno de los que estaban jugando basquetbol.
Pero eso no era todo,
faltaban los jóvenes que venían con una súperbola y sólo querían lanzar y
hacer una cesta, y nada más, o bueno, las que pudieran hacer. A este juego se le
sumaban todos los que quisieran y con las
bolas que se pudiera. Casi siempre eran muy pocos balones para muchos “pelados”.
Lo importante de este juego era
recuperar un balón, lanzarlo, hacer la cesta e ir nuevamente por la bola sin que otro la pudiera obtener para un nuevo intento. Era increíble ver un montón de niños y niñas correr
detrás del balón, y obtenerlo era el mejor premio más que hacer una cesta, eso era
divertido.
Así que no era difícil imaginarse hacia las 7:00 de la noche la cancha atiborrada de niños, adolecentes y hasta adultos compartiendo el único espacio
deportivo que había en Nocaima. Lo mejor de todo sin duda, es que existía la convivencia
y la paz, muchos juegos y un sólo espacio,
pocos balones, pero todos podían jugar. Aquellos viernes llegaron hacia el
final de la década del ochenta. De ahí en adelante, llegó el voleibol el
cual empezaría a solicitar un espacio particular debido a que tenía que
usarse toda la cancha y generó una fiebre que inundó completamente el fin de semana. Esa
será otra historia.
2 comentarios:
HOLA JONY, que memoria y que forma de contar epocas increibles de nosotros los nocaimeros,me encantaria que escribiera sobrelas epocas en que fuimos influenciados por modas de la capital, como el cabello largo de miguel angel, o , robinson espinosa, los tatuajes de porre fosforo, los apodos y sus resignados portadores,los primeros guantes de boxeo en el pueblo,la epoca de los escorpiones y los navajos, las primeras fogatas amenizadas con grabadora de pilas,.......que bueno seria que nos siguiera deleitando la memoria con sus buenas historias y su espectacular forma de contarlas.......su amigo NAYRO
Viejo Nayro, claro que sí, me parece súper bueno contar todas esas historias, gracias mi hermano por leer y disfrutar del blog, será un placer escribir sobre todas esas historias, cuente con eso. Un abrazo, para usted y su familia. en LA CANCHA DE BASQUETBOL (O DE MICRO)
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