Pensar que la cancha de fútbol de Nocaima sirvió para unos juegos regionales –ya desaparecidos, por desgracia- por allá en 1982, no es algo creíble. Y no solo el campo ha servido para practicar este deporte, también ha sido utilizado por las instituciones educativas para realizar olimpiadas interurbanas. Allí se disputaron la mayoría de disciplinas atléticas: velocidad, fondo, salto, lanzamiento de bala y jabalina. Además, ha sido el único espacio abierto para las maniobras de aterrizaje de los helicópteros, que han traído en épocas electorales a los más sinceros políticos de siempre, y que nunca han dejado de prometer inversiones generosas para la remodelación de este helipuerto. Y por si fuera poco, jamás ha dejado de prestar sus servicios de motel “mil estrellas”.
Este terreno, que no supera los 30 metros de ancho por 70 de largo, es el escenario de los amantes del balompié. Literalmente en los ochenta era un "peladero" –y eso como que no ha cambiado- que solo tenía pasto en algunas partes y estaba completamente desnivelado, entonces uno de los arcos era más alto que el otro; contaba con dos hileras de gradas con unas cuantas losas fracturadas y otras derribadas. Las vías de acceso por aquella época eran: un camino real rocoso con una pendiente más o menos fuerte, y un atajo muy pronunciado.
No tenía cerramiento, y para completar la dicha, la cancha estaba ubicada en un sector escarpado, y precisamente una las esquinas quedaba en el borde del talud más alto, por donde llegaba el atajo, y la parte trasera del arco sur, lindaba con un guadual que también estaba en un lugar bajo, así que no es difícil imaginarse la cantidad de veces que se debía descender los más de 100 metros para ir por el balón, entonces intentar jugar 45 minutos sin perder tiempo era sin exagerar una verdadera proeza.
Pero para los nocaimeros eso era parte del juego, y seguramente muchos terminábamos convencidos de que simplemente era una situación que ocurría en cualquier lugar de Colombia, y que solo los estadios de las grandes ciudades eran los verdaderos escenarios para jugar este deporte, al igual que los diamantes del béisbol americano. Hay que reconocer que el peladero que conocí era una versión mejorada por parte de un grupo de aficionados autodenominados "Club Amigos", quienes voluntariamente hicieron un esfuerzo por tratar de darle una mejor cara a la cancha de La Gloria. Hace más de 10 años se le adecuó un sistema de drenaje y se le reniveló la superficie, pero eso no fue suficiente.
Han pasado más de treinta años desde los últimos juegos regionales hechos en Nocaima, y no se ha dejado de comentar sobre mejorar, trasladar y rehacer un escenario deportivo para ver, disfrutar y jugar fútbol. Hemos soñado siempre con ese tema, pero al igual que el dicho de un famoso narrador de este deporte, la realidad ha sido otra: “El balón ha ido rodando, y tres décadas también”.